Escuchar los vinilos de Richard Wagner es una de las formas de la riqueza.
Richard Wagner
Aunque unos melómanos conocen la música de Richard Wagner por filtración y otros por herencia, educación o recomendación directa, lo cierto es que sus vinilos son un fetiche musical.
Los primeros lo escucharon por primera vez viendo películas, en el fondo musical de algún producto o simplemente de oídas en alguna tienda de discos y libros.
En la película Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola, las trompetas wagnerianas entran en escena mientras las tropas aéreas norteamericanas invaden Vietnam, dotando a las imágenes de una fuerza dramática contundente.
En Operación Valkiria (sobre el atentado fallido contra Hitler), uno de los momentos más intensos de la historia es enfatizada por La cabalgata de las valquirias sonando en un tocadiscos mientras las alarmas alertan a los alemanes de un inminente bombardeo.
Incluso los Looney Tunes han tomado como tema de sus caricaturas a la ópera El anillo del nibelungo, donde vemos al tontorrón de Elmer Gruñón haciendo de Sigfrido y al conejo Bugs Bunny de Valquiria.
Las composiciones de Wagner forman parte de un legado cultural universal que se relaciona con la literatura, la filosofía y el arte alemán. Su obra se sitúa junto a maravillas de la humanidad como la Muralla China, las pirámides egipcias de la antigüedad o el Machu Pichu de Perú.
Compositor icónico
Schopenhauer, Ludwig Feuerbach, Goethe, la leyendas medievales de Los NIbelungos, Tristán e Isolda, el Fausto, y la mitología pagana nórdica fueron asimiladas por él con gran sabiduría para formar parte de su universo musical.
No hay exceso que no ocurra en sus óperas ─incesto, traiciones, filicidio, asesinatos, robos, resurrecciones, venganzas, brujería─ pero estos quedan como relegados a segundo plano por la sutileza de la música que los moldea y los dota de profundidad, elegancia y una intensidad a veces milagrosa.
Es fama que Wagner tomó de Schopenhauer (su mentor intelectual) la idea de que la música es uno de los pocos medios con el que los seres humanos pueden llegar ahí donde la razón ni las palabras pueden.
Es decir, buscaba que durante el trance que duran sus creaciones tuviéramos contacto con la voluntad creadora, lo absoluto, el misterio que encierra la realidad, el destino y la historia.
Es sabido que hay wagnerianos de cierto nivel económico que cada tanto acuden a Bayreuth, Alemania, para disfrutar en vivo las puestas en escena de sus óperas en un teatro que el mismo Wagner mandó construir expresamente para este fin… para todos los demás mortales nos quedan sus vinilos y grabaciones en general.
Fuentes
Vargas Llosa, M. (2010). “Los dioses mueren en Bayreuth”. El País.
https://elpais.com/diario/2010/08/08/opinion/1281218412_850215.html
Cebrian, J. (2006). “RIchar Wagner, el gran genio y maestro del drama musical”. El Mundo.
https://www.elmundo.es/suplementos/magazine/2006/372/1163006694.html
Por Juan Carlos Cruz